SIN PERMISO PARA NACER I Sin permiso para ser tú nacido, eres rechazado antes de nacer, y en vieja cuna sin encajes fue. Ella, quién te parió sin querer, con premuras sus cosas recoge, fugitiva es del delito al amanecer.
Tus ojitos recientes la busca, Agitas tu cabecita de lado a lado y solo barrotes de tu cunita ves, ¡OH! inocente pequeño olvidado, debes de saber que ella se fue, solo y sin mamá te has quedado.
Unas grandes manos se acercan, esperanza de tus ojos callados, deja en tu ropa una nota clavada, testamento de cuanto te ha dejado. Sólo un corto nombre, Roque, este con su letra lo ha grabado.
Tendrás unos intrusos lactantes, los de tu madre no succionarás, beberás la blanca leche en polvo y con el miedo siempre vivirás, “la casa-cuna”, dictada la sentencia, será como tu hogar, en ella crecerás.
Un año pasó desde aquel día, cuando volvió la prófuga madre, y del pequeño hijo cargo se hizo. Muy asustado estaba de tal variante, de la inusual mano te dejaste llevar, con corazón ávido de madre, temes.
Extraña la emoción, y dejado de ti, hacia nueva desdicha presagiabas, pero tu temor pronto desapareció. Cuando sus ojos húmedos brillaban, y un tierno abrazo, jamás recibido, pone fin al temor, que ella te daba.
Con madre de tu mano caminas, gozoso a su lado te llevan a casa. El ronco sonido del tren, quedará grabado en tu pequeña memoria, ese día que vuelves a tener madre, más solo dos años duró tenerla. II Con falsas promesas ella regresa y ,cómo dolido, por testigo de ello. Es un viejo portalón de la iglesia, muda está ella, de su cruel atropello. Siendo la sinrazón de su ausencia. como dudosa fuera su promesas. Voy por la llave, tú quédate quieto.
Larga su falta es, ¿se ha marchado?. En su busca vas hacía la carretera. La noche te deja solo y abandonado, por el doblado delito de tu madre, De su mano, vuelves condenado.
Unos ojos vigilan tu solitario andar, al acecho quieta escondida está. No lejos, observan a un lado y otro. Gemidos llorosos rompen la fría noche Gritos de presas, desgarrada se hacen eco. Mamá, mamá,Ven, ven, no te veo. Con ojos llorosos buscas ¿dónde estás?.
Inmovilizado antes ladridos lejanos, el miedo se hace terror en tu cuerpo. Mucho es para tu huérfana soledad. Dos oscuras figuras en cielo negro, se acercan con perros, se detienen. Tu cuerpo yace olvidado en el suelo.
Amanecer tardío levanta tu cama. Si acaso todo resultara un sueño. Pero un rostro si quedó grabado. Si alguna vez lo vieras, pequeño, la reconocerás, en un lejano tren viajarás y lloraras por tus sueños.
Te trasladan ya pasado el tiempo en un viejo carro por animal tirado, como si a un condenado, te llevan por camino como destino el hospicio. Unos recuerdos temerosos te preceden, en un traslado, por forzado, muy temido.
Siete añitos de vida ya te visten por inexistente y perdido te ves. Cuando el sonar de la campana, el patio se llena de griteríos salvajes. Tú, con juguete aferrado a tu mano, por niños amenazantes, lo pierdes.
III
Difícil es la adaptación al miedo, como de un cruel salvaje fuese. Temidas y odiosas peleas sin fin. Los castigos por, herrados, recibes, Como a un reo en cárcel te pierdes, ya sin lagrimas, y tú no acudieses.
Larga, por inocente, tu condena, muchas lloradas noches de espera, en un querer saber el por qué fue. Que con tal odio aún te necesitaba, pero tu corazón seco debería ser, si mis latidos de dolor no te buscaban.
Sólo un acontecimiento nuevo vino a acompañar mis largas penas, Es verano a un extraño lugar llegas, Veras barcos de velas navegar. Divisas el alto faro que al cielo te acerca, liberado de muros ya te encuentras.
Ansioso y nervioso antes del baño, en espera tras un tedioso rosario, frente el verdoso e inmenso mar. Tu cuerpecito como alegre pececito, en un abrazo dado, el mar te libera. Dios te hace feliz con este regalo.
Por vez primera te sientes feliz, no es entendido si condenas fuera. Que por ello, y por tal dicha tenías, sentirte libre en las playas blancas. El cielo se llena del cielo azul. Y la noche se llenó de esperanza.
Treintas días felices para ti fueron con la feria y la Virgen de Regla. Coloridos cohetes iluminan el cielo en tu primera noche festiva en vela. Quisieras que esto no sea un sueño, así se lo pides a la Virgen de Regla.
Pronto será la vuelta hospiciana, en mi corazón llevo un recuerdo. Ante el dolor pensaré en Chipiona, ella es y ocupará el amor ausentado. Ya no tendrás mas penas que llorar, Chipiona es tu madre, ella no te dejará.